Iniciar una profesión en el mundo audiovisual es un viaje sin pausa en el que la línea entre ocio y trabajo se difumina hasta desaparecer. Aunque se ha convertido en un estilo de vida a tiempo completo, solamente consigo sacar provecho del trabajo si me implico de manera personal; si el proyecto lleva parte de mí.
Mi viaje empezó hace cinco años con la entrada al grado de cinematografía de la ESCAC. Previamente, estudié bachillerato artístico en la escuela Massana en la que desde el primer momento ya empecé a decantarme por las artes audiovisuales. Sin embargo, la dirección de fotografía ha sido un camino que he tardado en escoger y, contraria a la suposición de que no escoger es perder el tiempo, a mí me ha servido enormemente para madurar como profesional pero también como persona.
Estos últimos años he vivido varias etapas tanto académicas como profesionales que me han definido como persona. Mantener una mente abierta y ganar experiencia en distintos departamentos complementarios al de dirección de fotografía también han acabado enriqueciendo mi compatibilidad con las demás piezas del engranaje que forman un proyecto, un equipo y en definitiva el cine.
El primer paso lo di hace ya un tiempo cuando empecé a aficionarme a la fotografía fija, en particular a la fotografía analógica. El factor limitante del carrete me enseñó a pensar, a decidir el encuadre y la composición con más criterio y a decidir qué merecía la pena fotografiar y qué no. Esta base la he acabado repitiendo muchas veces, mutándola al dominio de la imagen en movimiento que, aunque de forma más compleja, parte de la misma práctica. Educar la mirada es una actitud activa, un motor encendido permanentemente para recibir y procesar las experiencias que me rodean.
Cinco años me parecen pocos para procesar tanto. Siento que solo acabo de empezar a descubrir y a aprender. Está claro que es un recorrido lento y a largo plazo, pero en el que toda experiencia tiene un valor único de aprendizaje. Aunque acabe de cerrar mi etapa universitaria me siento en el inicio de otra y eso me reconforta porqué los principios son más emocionantes que los finales.